«Todo tiene un final, incluso la pena». Lluís Agustí sobre «Poemes escollits», de Joseph Brodsky [50X7.com]
21 maig, 2013
Font: 50×7.com / Lluís Agustí
Para escribir se necesita poseer una lengua, un conjunto de conocimientos o bien de sentimientos y, por supuesto, la necesidad de expresarlos: Joseph Brodsky lo poseía todo.
Iósif Aleksàndrovich Brodsky nació en Leningrado en 1940, en el seno de una familia judía, y después de una vida azarosa, de escritura, de estudio, de viajes y de exilio, murió en la ciudad de Nueva York en 1996, como ciudadano norteamericano. Autodidacta, profesor universitario, ensayista y poeta, reunía con creces todo lo necesario para ser un gran escritor y poeta: la observación que lleva al conocimiento y la erudición, el amor y la pasión, y con ellos la desilusión, el sufrimiento del dolor y la ausencia. Su cuerpo reposa en la isla de San Miguel en Venecia.
Brodsky era además un escritor de pleno derecho en dos lenguas, el ruso, su lengua nativa, y el inglés, la que será lengua de asilo y de trabajo. De hecho en nuestro país la obra de Brodsky nos llega sobre todo gracias a las versiones del inglés (o del ruso pasando por el inglés). Recordemos algunos títulos esenciales: Menos que uno, traducido a raíz de la obtención del Premio Nobel, en 1987, obra autobiográfica personal de sus lecturas y de sus paisajes (recuerdo la impresión de descubrir sus ciudades, y de autores como Anna Ajmátova u Ossip Mandelstam); más tarde Del dolor y la razón, donde pensamiento, cultura, literatura y política se mezclaban en un libro de lectura compleja; y más tarde y más ligero, Marca de agua, sobre Venecia, quizás uno de los mejores libros sobre ciudades que nunca haya leído.
Este año tenemos la suerte de que acaba de aparecer una pieza imprescindible que viene a completar esta bibliografía (básica) de Brodsky en nuestras lenguas, Poemes escollits, (poemas escogidos) la traducción de su poesía al catalán llevada a cabo por Judit Díaz Barneda, en un trabajo extraordinaria por los años invertidos, y sobre todo por el resultado final: un poemario intenso, lleno, serio y ameno, un poco como la vida, si uno se la toma con todo lo que entraña y significa.
La poesía de Brodsky es el complemento de las descripciones que encontrábamos en los libros de ensayo, una poesía de lectura clara, directa en el sentido, cercana a la poesía de la experiencia, fruto del viaje, de la observación de los paisajes y de las ciudades, sobre todo de su arquitectura, la majestuosa y la insignificante, pero también del dolor, de la distancia y del alejamiento, con dignidad …
¿Qué diría de la vida? Me ha parecido más larga de lo que toca.
Que no me solidarizo con nada, sólo con el lamento.
Pero hasta el día en que me llenen de barro la boca
De ella saldrán sólo palabras de agradecimiento.
[Lluís Agustí es profesor universitario, ha trabajado de bibliotecario en Barcelona, Lisboa, París, Bruselas y Nueva York. Licenciado en filología portuguesa y Diplomado en Biblioteconomía, es, también, director de la Escuela de Librería de la Universitat de Barcelona y el Gremi de Llibreters de Catalunya.]
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